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ENTRE LINEAS

El presidente de la compañía

El presidente de la compañía

A las seis de la mañana las señoras de la limpieza lo encontraron durmiendo, desnudo y en posición fetal, encima de la mesa de la sala de juntas. Era el presidente del consejo de administración y máximo accionista de la compañía. No se extrañaron de verlo así. De hecho no era la primera vez y sabían como actuar. Debían limpiar la sala procurando no hacer ruido para no despertar al presidente. Tampoco podían mirarlo, ni hablar de ello con nadie. De hecho, ningún empleado les preguntaría a ellas por el paradero del presidente. Ni que decir tiene que no podían tocarlo. Su obligación era hacer el trabajo como si en aquella sala no hubiese nada anormal ni ser humano vivo. Sabían que una cámara vigilaba sus movimientos y que, cualquier contravención de esas simples reglas, les podía costar el despido. No les resultaba agradable trabajar bajo aquella presión ya que, sus movimientos, serían interpretados por quién visionase esas cintas y estarían al albur de sus deseos.

 

Llegó un día en que las señoras de la limpieza encontraron al presidente durmiendo encima de la mesa de la sala de juntas. Estaba en posición fetal y, esta vez, completamente vestido con un traje impecable. Nadie les había advertido qué debían hacer en una situación como esa pero, ante la duda, decidieron obrar como cuando se lo encontraban desnudo en igual posición. Así que limpiaron sin hacer ruido, no lo miraron y, si alguien les preguntó por él, no lo habían visto.

 

Cuando finalizaron su jornada laboral el jefe de recursos humanos de la empresa las llamó a su despacho. Les entregó a ambas la carta de despido. Habían hecho mal su trabajo. El presidente, cuando despertó, había encontrado dos motas de polvo en su impóluto traje que no debían estar ahí. Así que sin lugar a dudas, la culpa había sido de las limpiadoras que no se habían percatado de las mismas. Y es que cumplir con las reglas del que manda, no siempre significa hacer bien las cosas.

4 comentarios

Para monocamy cogiendo la escoba y poniéndose a volar -

Este articulillo tiene su miga, o su mota de polvo para ser más exacto... Saludos superfuncionario :-)

monocamy -

¿las pobres señoras de la limpieza? juer, pues tenías que ver lo pobres que eran en donde yo trabajaba. No me refiero a dinero, sino a que eran unas brujaaaaaaassss, aparte de metomentodo, charlatanas y antipáticas.

Es más, eran madre e hija, tan guapas como insoportables, parecían el clan de las Campos (Terelu y Mª Teresa).

Acabaron echándolas :D

saludos, golfo.

P.D.
este post no tiene precio. ¿O sí? ;P

Para Eliza. por la limpieza con concesiones -

No se cuenta lo que cobraban por hacer la limpieza en esas condiciones. Todo tiene su precio Eliza, incluso la dignidad.

Eliza -

Joder con el jefecito de los huevos... las pobres señoras de la limpieza...